¿Te imaginas la situación? Estáis cenando en un restaurante, tu pareja está sentada delante de ti y te mira con esos ojos pícaros y con media sonrisa en la cara. Se lleva la mano al bolsillo y saca un pequeño mando a distancia que parece el del coche, pero no, no puede ser el del coche porque lo tienes tú en el bolso… Y de pronto empiezas a notar ¡una vibración entre tus piernas! ¡Y tú no puedes hacer nada para pararlo!